Por Alexis Guegnolle
Como se suponía, el presidente Javier Milei firmó el jueves pasado el veto a la ley de financiamiento universitario, aprobada por el Congreso hace poco más de dos semanas. Decidió así acelerar a fondo en su guerra contra uno de los pilares de la movilidad social ascendente: la educación pública y gratuita superior, sector que desde enero perdió el 30% de su financiamiento. Milei firmó su nuevo veto el día después de que más de 300.000 personas marchasen en la plaza del Congreso, justamente, contra el posible veto presidencial. El Congreso, como sucediera con el veto al aumento para los jubilados, tiene la facultad constitucional de anular el veto y defender a las universidades: necesitará los dos tercios de los votos de los diputados presentes en la sesión estipulada para el 9 de octubre.
La ley de financiamiento de las universidades supone para el Estado una carga fiscal del 0,14% del PBI. Una cifra insignificante para un país. Pero Milei odia a la universidad pública y gratuita. La excusa del déficit y la bravuconada de “degenerados fiscales” son un pretexto. Para el presidente la educación pública es “un centro de adoctrinamiento marxista: una maquinaria que lava cerebros y que forma a la gente en las ideas socialistas, cuyos valores de fondo son la envidia, el odio, el robo, el resentimiento y el trato desigual ante la ley”[1]. Es decir, o sea, que a mi hijo de 10 años le están lavando la cabeza con Marx y Engels. Realmente delirante. Pero eso no es todo: para el presidente la educación no es un derecho, “porque no es gratis y alguien lo tiene que pagar”[2].
En los considerandos del veto, el presidente dijo que no aceptará ninguna ley que asigne recursos del Estado sin explicar de dónde saldrán los mismos. El vocero presidencia Adorni insistió sobre este punto y dejó abierta la posibilidad de judicializar la cuestión, si finalmente no consiguen defender el veto en el Congreso y la ley entra en vigencia.
El problema que enfrenta Milei es que, al parecer, no tiene el tercio de los votos que necesita para bloquear el avance opositor. El 11 de septiembre pasado fueron los “87 héroes” (diputados libertarios, del Pro (Macri) y los radicales genuflexos de siempre) los que le salvaron el veto al presidente ante una ley que subía los haberes jubilatorios. Vale aclarar que tanto el bloque radical como los diputados de Juntos por el Cambio, habían votado a favor del aumento jubilatorio. Insólito.
“El poroteo”
Es una cuestión de números y rosca política. La Libertad Avanza tiene 39 diputados; El Pro suma 38 y la UCR 33. La primera mayoría, 99 diputados, se la lleva Unión por la Patria, que agrupa al peronismo kirchnerista. Aunque el gobierno sumase todos los votos de Pro quedaría lejos del número necesario para salvar el veto. La clave está en la UCR, partido centenario caracterizado por la defensa de la universidad pública y gratuita y la protección de su autonomía. Votar otra vez a favor del veto de Milei sería una felonía imperdonable a los principios del partido. Los cinco “traidores” del 11 de septiembre pasado, que estuvieron a un paso de ser expulsados del partido, ya no tendrían libertad de acción. Este jueves, la UCR acordó que el voto del bloque en Diputados se decidirá por mayoría: los díscolos deberán a acatar la decisión general o marcharse. Como ganará la opción por rechazar el veto, Milei ya no contará con esos cinco diputados disidentes. En el Pro, en tanto, la situación en más compleja.
El expresidente Macri apoyó sin fisuras a principios de septiembre el veto al aumento jubilatorio. Por ahora, no decidió qué hacer. El próximo martes, los diputados tomarán una decisión, aunque ya hay voluntades de rechazar el veto. Existe malestar entre quienes se consideran el sostén legislativo de Milei y no reciben a cambio todo lo que reclaman y pretenden: meter en la administración pública a más funcionarios del Pro.
En el Senado, donde también se jugará la
suerte del veto presidencial, la situación es aún más desfavorable para el
gobierno: Luis Juez, presidente del bloque del Pro en la Cámara Alta, advirtió
que no haría nada “para destrozar la educación pública”. “Conmigo no cuenten. Y
se lo voy a decir a Mauricio también. Es muy difícil que nosotros acompañemos
este tipo de decisiones”, sostuvo el cordobés. Sin, aparentemente, los votos de
la UCR y con el Pro “oliendo sangre” de la Casa Rosada, la intransigencia no parecería
ser un bien camino para Milei. Veremos qué ofrece y rosquea a cambio de votos
Francos. Al final, la casta está más viva que nunca y el ajuste lo están
pagando los trabajadores, los jubilados y los estudiantes.
[1] https://www.youtube.com/watch?v=pfC2A65yCdw Entrevista en LN+ a Milei en 2020. Ver a los 7:50.